Los forjadores del municipalismo
Por Juan Antonio Alonso Resalt, Cronista Oficial de la Villa de Leganés (Madrid). Vicepresidente de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales (RAECO).
Guardo con autentica devoción un libro que contiene los famosos bandos municipales del que fuera el Alcalde más querido de Madrid, Don Enrique Tierno Galván. Me lo regaló Rafael, un buen amigo que trabajaba muy cerca de él en el Ayuntamiento de Madrid en la Plaza de la Villa, el mismo día que falleció Don Enrique en aquel frío enero de 1986. Es una autentica joya.
Y guardo ese libro por el cariño y respeto que tengo por un hombre que se hizo merecedor del título de mejor Alcalde de Madrid, tras el Rey Carlos III. Porque Don Enrique, no llegó solo a ser el Alcalde “la movida madrileña”, un defensor de la vida cultural y artística de la capital, sino un auténtico ejemplo del dialogo, la participación ciudadana y el entendimiento entre todos.
El “viejo profesor”, como así le conocíamos, era un autentico titán de diálogo y el saber estar, pese a sus 67 años. Y fue Don Enrique uno de los grandes promotores del municipalismo a escala nacional e internacional llegando a presidir la Federación Mundial de Ciudades Unidas. Quiso poner a disposición de todos su saber y grandes conocimientos como profesor de universidad, filosofo, catedrático, escritor o simplemente diputado para que los municipios “unidos fueran más efectivos y más eficaces”, luchando como otros conocidos Alcaldes y diputados por la creación, fundación y consolidación de un gran organismo nacional, que acabó siendo la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP).
Conocí personalmente a Don Enrique Tierno Galván, en los años 80 en actos institucionales del Ayuntamiento de Madrid y actos políticos de la Federación Socialista de Madrid organizados en Leganés, mientras desarrollaba mis actividades profesionales como periodista en la Agencia EFE, el Diario Ya, u otras publicaciones de ámbito local, y siempre tuve la conciencia de que se trataba con una gran persona, un ser especial.
En ese proyecto de la unión de los municipios, las provincias, las Diputaciones y los responsables municipales en un organismo común, se reunió igualmente con otros grandes personajes de la defensa del municipalismo, de la democracia y el diálogo como eran el ex alcalde de Valladolid y ex presidente de la FEMP, Tomás Rodríguez Bolaños; el Alcalde de Córdoba, “el califa” Julio Anguita; el ex Alcalde de Barcelona y respetado Pasqual Maragall; o con el Alcalde de Getafe, Pedro Castro, responsable de una gran ciudad del sur de Madrid que fue también Presidente de la FEMP.
Su creciente populismo propició que un gran número de representantes de Ayuntamientos de toda España en los años ochenta, Alcaldes y Concejales, así como representantes de Diputaciones y otros organismos creyeran en este gran proyecto que entrelazaba y apoyaba a todos ellos.
Es posible que “el viejo profesor”, en sus escasos siete años como máximo responsable de la Alcaldía de la capital, realizara mas obras y llevara a cabo más proyectos de obras públicas que otros Alcaldes que gobernaron más años como la eliminación del “Scalextric” de Atocha. Pero lo que ha quedado en la memoria de los madrileños, además de aquellos ingeniosos y sabios bandos, es su trato, siempre tranquilo, educado y amable con todos; con los jóvenes, los músicos, los pintores, los actores, los escritores, los periodistas, los creadores, y con los políticos, con los mayores, los ciudadanos de a pie, y con casi todos con los que le trataban y pudieron conocer.
En el recordatorio del personaje habría que significar que “el viejo profesor” estaba en la firma y la histórica foto de los famosos Pactos de la Moncloa de 1977, que tan recordados son en estos tiempos de la pandemia de la COVID-19.
Las principales fuerzas políticas españolas, en aquella ocasión, representantes en el Congreso de los Diputados, se pusieron de acuerdo y firmaron un 25 de octubre de 1977 una serie de importantísimos acuerdos de diferentes ámbitos que sentaron las bases de la actual democracia y la monarquía parlamentaria.
Allí se acordaron entre otras cuestiones, la aprobación del derecho de reunión, la libertad de prensa, y expresión, libertad de asociación sindical, creación de bases para la recaudación del Estado (IRPF), la unificación de la Seguridad Social, y medidas económicas que asentaron las bases de la actual economía.
Entre estos ilustres políticos estaban Adolfo Suarez y Leopoldo Calvo-Sotelo de UCD, Felipe González del PSOE, Manuel Fraga Iribarne de AP, Santiago Carrillo del PCE, el mismo Enrique Tierno Galván del PS Popular, Josep María Triginer de la Federación Catalana del PSOE, Joan Reventós de Convergencia S de Cataluña; Miguel Roca i Junyent, de Convergencia i Unió, y Juan Ajuriaguerra del PNV,
Afirmaba el filósofo alemán Hegel en su teoría del idealismo en Lecciones sobre la Filosofía de la Historia Universal que “los hombres históricos son aquellos que llevan en sí el Espíritu de una época”. Y es posible que el mismo Hegel hubiese pensado que Enrique Tierno Galván es uno de esos hombres históricos por encarnar, como ningún otro Alcalde, el espíritu del municipalismo democrático español.
Su entierro aquel 19 de enero de 1986 falleció con 67 años-, fue el más multitudinario que haya registrado la capital. Miles de vecinos agolpados al paso de una vieja carroza negra a su paso por la Plaza de la Villa, Mayor, Puerta del Sol, Alcalá o Cibeles hasta el cementerio de la Almudena. Allí estaba yo presenté, asistiendo a un día que está escrito en la historia de la capital española, y recordando a este Alcalde campechano y bonachón que puso a Madrid en la modernidad, que recuperó el espíritu de una gran ciudad, puso patos en el Manzanares y nos dejó en sus bandos unas piezas literarias de altura, aunque solo hablara de aspectos cotidianos de Madrid, el ruido, la limpieza de las calles, las pintadas y hasta el decoro en el vestir. Todo un Alcalde.