“En 1981, a la pregunta de qué estaba naciendo hubiera respondido: un sindicato de Alcaldes”
Domingo Ferreiro Picado, Secretario General de la Comisión Gestora de la Federación Española de Municipios. 34 años en enero de 1980, en Madrid. Así empezó todo. Después Secretario General de la FEM constituida en junio de 1981 en Torremolinos, Málaga. Y a partir de 1982, Gobernador Civil en La Coruña, en Valladolid, Delegado del Gobierno en Castilla y León, Secretario General de Medio Ambiente, Gobernador Civil de Córdoba… Ahora, acabando estudios de grado en Ciencias Políticas (Geólogo siempre) y recordando el nacimiento de la FEMP, un interlocutor para las reivindicaciones municipales, “impulsado gente entusiasta, con dedicación y espíritu de ponerse al servicio del ciudadano”.
– ¿Dónde estaba cuando le lían, o se lía, con la FEMP, en 1980?
-Era Concejal en Majadahonda, primer Teniente de Alcalde, y profesor en la Escuela Universitaria de Formación del Profesorado. En aquellos primeros Ayuntamientos los Concejales no tenían dedicación exclusiva, entre otras cosas porque no tenían remuneración… Íbamos a partir de las 6 de la tarde y acabábamos muchas noches a las 11 o más tarde. Pero eran otros tiempos y éramos más jóvenes
– ¿Y quién le lía?
-El Secretario de Política Municipal del PSOE de entonces, Luis Fajardo, con el que tenía relación; me propuso colaborar en esto y me pareció interesante… No sabíamos si el trabajo de la Gestora era simplemente dar los primeros pasos para organizar la FEMP o si aquello iba a tener más continuidad. La verdad es que poco a poco te vas liando; al final tuve que dejar todos mis otros trabajos. Seguí siendo Concejal pero dediqué la mayor parte de mi tiempo a tratar de que la FEMP naciese.
– ¿Por qué se plantea crear una Federación de Municipios?
-Los nuevos Ayuntamientos empiezan a asumir responsabilidades y se dan cuenta de que para ello, poderoso caballero es don dinero, necesitaban financiación y tenían que dirigirse al Gobierno… Los Alcaldes de grandes ciudades formaron un lobby e inmediatamente tuvieron capacidad, medios y recursos para dirigirse al Gobierno, pero las ciudades medianas, pequeñas y los pueblos no tenían interlocutores; había que dar voz a los que no la tenían. Hubo generosidad por parte de las grandes ciudades y se llegó a acuerdos para constituir un organismo que plantease las reivindicaciones … Era gente entusiasta, con dedicación y espíritu de ponerse al servicio del ciudadano.
– ¿Y quién lidera todo aquello, quién mueve todo aquello?
-Yo creo que son los dos Secretarios de Política Territorial y Municipal de las dos grandes fuerzas políticas de entonces, PSOE y UCD. Era una época en la que primaban los consensos; se trataba de hacer cosas y no enfrentarse; se llegó a acuerdos para tener un reparto proporcional de representantes en aquella nueva organización… Fueron los impulsores.
– Usted era Secretario General de la Gestora. ¿En qué consistía su trabajo?
-Hacer que aquello empezara a funcionar: tener sitios donde estar, buscar recursos, buscar un espacio… El Gobierno nos cedió unos despachos, en una especie de buhardilla en el Instituto de Estudios de la Administración Local, y poco a poco ahí fuimos ocupando más porque había mucho espacio vacío… Además, tuvimos la ayuda del entonces Director del Instituto, Luis Cosculluela, que luego fue Ministro en el Gobierno del Calvo Sotelo.
Otros aspectos eran atender a un principio de relaciones internacionales, con movimientos y asociaciones en el ámbito europeo similares a lo que pretendíamos ser, porque era en Europa donde íbamos a encontrar muchos municipios como los nuestros, así que empezamos a asistir a reuniones y nos empezaron a dar su apoyo… Como España entró en el Consejo de Europa, constituimos la Delegación Española de Municipios de Europa.
– ¿En Europa como se veía lo que estaban haciendo aquí?
– Con afecto, apoyo y simpatía… éramos los recién llegados a la Democracia. Además, no hay que olvidar en qué momentos estábamos: la última etapa del Gobierno Suarez, con problemas en UCD, lo que dificultaba las cosas. Luego el Golpe de Estado. Y después el Gobierno, yo diría provisional, de Leopoldo Calvo Sotelo y las elecciones del 82… Había que trabajar en esas condiciones, con la gente preocupada por otros temas realmente importantes… Pero el fracaso del golpe fue un impulso para revitalizar la democracia en nuestro país y los poderes locales eran un aspecto importante: la democracia más cercana al pueblo eran los Ayuntamientos.
-Además de la logística y las relaciones internacionales, había que buscar socios, cómplices. ¿Cómo lo hicieron?
-Hicimos un mailing masivo y tuvimos la aprobación de unos partidos que impulsaron y ayudaron, y se mantuvieron reuniones en distintas zonas para incentivar la adhesión… Los Ayuntamientos tenían que llevar al Pleno la adhesión y en algunos casos había dificultades, problemas de segundo nivel, pero había que empujar.
– ¿Había consenso municipal?
-Sí. Aunque lo hemos repetido, es pura verdad: el consenso es la palabra, la verdad política. Se entendía que la política era llegar a acuerdos; había diferencias pero también cesiones de cada parte. De hecho, la creación formal de la Federación fue producto de un acuerdo entre los grandes partidos, y también el Partido Comunista, con representación en muchos pueblos. Fueron más reacios los nacionalistas…
– ¿Cómo veía el Gobierno esos movimientos?
-Era un Gobierno con problemas, pero sí tenía interés en impulsar la asociación de municipios, un poco como contrapoder del nuevo poder que eran las autonomías…
-…De hecho, en 1981, en la Asamblea de Torremolinos, el Ministro Martín Villa dijo “hoy también es un día venturoso para el Gobierno”…
-Sí. Martín Villa lo apoyaba, quizá porque había estado en el Ministerio de la Gobernación, un macroministerio del que dependería la Dirección General de Administración Local. Además, yo creo que era un hombre que venía del pueblo, entendía qué eran los Ayuntamientos y estaba interesado en potenciar la fortaleza del municipalismo.
-Enero del 81, un año trabajando y en el horizonte la Asamblea de Torremolinos. Se redactan unos Estatutos…
-…sí, unos Estatutos de mínimos…
-… Si se hubieran escrito los primeros objetivos de esta Federación hubieran sido…
-El primero, obvio, conseguir el mayor número de adhesiones para que tuviese fuerza. El segundo, organizar Torremolinos; fueron más de 1.400 Ayuntamientos, una cifra importante porque había muchísimos municipios pequeños que no iban a asistir y había que garantizar la asistencia de grandes ciudades, capitales de provincia y ciudades que empezaban a tomar peso, como Fuenlabrada, Móstoles, Alcorcón, Sant Cugat, L’Hospitalet, Badalona…
-En aquel momento ¿creía que esta Federación iba a tener recorrido o tenía dudas?
-Viendo cómo funcionaba en el resto de Europa estaba seguro de que se iba a consolidar y a ser lo que ha sido después … Lo que más preocupaba era el tema de las haciendas locales y, después, el medio ambiente, donde la Federación fue pionera. Los Ayuntamientos tenían competencia, llevaban actividades nocivas y peligrosas, limpieza, residuos urbanos…, pero en ningún sitio decía qué era medio ambiente.
Otro tema importante fueron las policías locales: envejecidas, con poca preparación y competencias, no solamente las de tráfico, que más o menos estaban cubiertas; pero había otros quehaceres para los que no había no había recursos humanos, por eso, el tema se impulsó bastante en esa primera época.